jueves, 10 de marzo de 2011

Pérdidas























Ya no poseo aquella belleza fea y salvaje.
He perdido el encanto que me hacia indeseable.
Estoy lacio como hoja de lechuga muerta
y mastico las flácidas horas del feliz desastre.
Ya no robo libros de sobrias librerías
ya perdí la elegancia
la altiva majestad
de despojar vinilos elepés
de peligrosas tiendas diáfanas.
Hacer aquí algo resulta peligroso.


Todo está bajo sospecha
aquí no se fía
y sabemos que luego será tarde
para pagar tanta deuda.
Me han dejado solo
aquellos cobardes
que antaño fueron héroes
y que entonces estaban valientes
por que eramos muchos
en las calles y plazas
y detrás de las puertas.

9 comentarios:

Carmen dijo...

que no hombre, que aún te conservas, si acabo de leer por ahí que Marta está convencida de que sabes cómo tratar a una hembra (como ella) y que sus orgasmos contigo serían sublimes e indómitos

@jorjowski dijo...

que nos quiten lo bailado (a veces hay que recurrir a las frases echas)

Tomás Rivero dijo...

Carmen, pásame con Marta.
Pero este poema dice otra cosa. Para nada habla de estar acabado. Quizás lacio, eso sí. Y triste. Eso sí. Tal vez con algo de calor húmedo...

Tomás Rivero dijo...

Te comprendo Jorge, pero algunos hemos bailado poco...
La puta militancia...

salud y alegría

Marta de Ustinov dijo...

Tomás, me encanta!

Tomás Rivero dijo...

Marta!!! Marta la hembra, viniendo desde el viejo Peter.
Siguiendo con el mismo registro de nuestras palabras anteriores, añadir que tu comentario (Tomás, me encanta) es tan breve que he tenido una "eyaculatio precox".

Manolo Jiménez dijo...

Definitivamente tengo que volver a leer los comentarios de tus poemas.

Cierto es que dan para mucho, pero no creía yo que para tanto.

Chapeau.

Abrazos.

Marta dijo...

Hombre querido Tomás, la anaorgásmica u orgásmica reprimida era yo. Me sorprende que usted, lacio como una lechuga, reaccione tan velozmente a mi comentario y se convierta de pronto en un desasosegante repollo carnoso (col en castilla). No sé si me quedo tranquila y serena o ligeramente turbada por su conversión (los conversos son los peores no lo olvide...)

Tomás Rivero dijo...

Querido Manolo: la edad. Te lo juro, la edad.
Los poemas son inocentes del todo. Y se interpretan como se interpretan...

Marta: repito, la edad. Vengo de una edad antigua dónde los repollos por la noche son hogueras y las lechugas por el día vientos huracanados. Dónde el poema es una lluvia ligera y se hace polvo o plomo. La vida en una palabra. Mentiras. Farsa.
Y es cierto los conversos son los peores. Hay alguna excepción: V. Lenin.