miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mensaje en una botella de corcho

Yo soy un invisible. Tú eres una invisible. Veinte millones de obreros de este país son invisibles, creo que lo sabes, o te haces la tonta, o como si fueras hombre, incluso el tonto, para seguir con una venda en los ojos que no le hace ningún favor a la poesía, o al país. O a los tuyos, ciudadanos con traje de faena. Parias desclasados. Y amas a la Pizarnik, tal vez a poetas de otras tierras, a Edmundo De Ory, a fulano de tal, a perico de los palotes. Pues si es verdad tu amor por ella, por él, por tantos, ama lo que ellos amaron. Busca qué le dolía a la Pizarnik. La risa gaditana y mordaz De Ory. Murieron en nombre de los invisibles que poblamos la Tierra. Un planeta que se llama Tierra, ¿no te llama la atención? Tierra. Agua. Barro. Formas. Minerales. Un huevo de serpiente. El vuelo de un albatros. Autopistas hacia el mar. Autopistas como acantilados imposibles. Altos horizontes. Una calle repleta de vida. Un hombre tras el cristal de su ventana. Pessoa escribió "Tabaquería". Nos vamos dando forma. Tú a mí, yo a ti. El vestido, la camisa. Los huesos pensativos. Un rato de maquillaje en la penumbra. Tus pies y las huellas. Ni tú ni yo tenemos la misma forma desde que compartimos. Desiguales. Parecidos. Hoy soy otro por decir palabras viejas. O por no creer en ellas. Palabras para ti. Para este otoño vestido de hojas muertas. Estas palabras que son agua y barro. Formas. Para siempre, para nada. Pasa el tiempo y sigo sin saber qué ven tus ojos dormidos, fijos a mi espalda. Tus manos en la noche. En mi pecho. Las ciudades, los ríos. No sé qué hacer con tu prisa, esa urgencia. Con los búcaros de plomo y sus flores de siempre. Con el marfil, la plata. Los armarios. Aquel objeto diminuto con paloma incorporada. Con los textos, con algún poeta. Con el comité central. Con los girasoles, que no dejan de joder con la pelota, girando en torno a un sol sin portería. Y quiero vivir ignorando las formas que le dan nombre de insolencia a tu sonrisa. Siempre te quiero. A pesar de ti. De mí. A pesar de los dos. A pesar de que es imposible amar, nosotros nos mordemos y se caen las hojas de un árbol próximo. Mariposas de un ginkgo biloba. Paseo, camino, me cruzo. Hago calendarios. Entierro tesoros. Trazo. Pienso. Todo se recicla. Somos eternos. Cenizas por tanto. El soplo frío de un dios enfermo. Tus rodillas. Hay un pez en tu vientre. Tengo besos pegados en las pestañas. Vendrá la muerte de Pavese y tendrá tus ojos. Vuelan los míos, como un absurdo defecto. Albatros. Si encuentras estas notas, destrúyelas. Haz simiente o abono de estas palabras. De este deseo, un recuerdo. Un pergamino de cristal a la deriva del alma encerrada de los bosques. Del mar. Del mar siempre. Fin del mensaje.



2 comentarios:

Shandy dijo...

Vaya password poético (o colcha de retales) que has tejido, Rivero.
Buenos referentes poéticos en este texto, reflexiones al hilo de una escritura automática y un "oriflamado" ginkgo biloba -ave fénix de Hiroshima- que protege los besos de los amantes.

¿Qué le dolía a la Pizarnick?...

Entre otras cosas, la imposibilidad de poner palabras precisas al silencio. la imposibilidad de definir sus sentimientos, su soledad, su deseo de amor... y las invisibilidades ( aunque distintas a las que tú haces referencias en el texto).

Te dejo este video de una película, que sé que te gusta, con un poema de Pizarnick

http://www.youtube.com/watch?v=vp9_1D-j-0o


Y unos versos para ese Ginkgo "oriflamado" de otoño:

GINKGO BILOBA
(ÁRBOL MILENARIO)
Un árbol. Bien. Amarillo
de otoño. Y esplendoroso
se abre al cielo, codicioso
de más luz. Grita su brillo
hacia el jardín. Y sencillo,
libre, su color derrama
frente al azul. Como llama
crece, arde, se ilumina
su sangre antigua. Domina
todo el aire rama a rama.

Todo el aire, rama a rama,
se enciende por la amarilla
plenitud del árbol. Brilla
lo que, sólo azul, se inflama
de un fuego de oro: oriflama.
No bandera. Alegre fuente
de color: Clava ascendente
su áureo mástil hacia el cielo.
De tantos siglos su anhelo
nos alcanza. Luz de oriente.

Amarillo. Aún no imagina
el viento, la desbandada
de sus hojas, ya apagada
su claridad. Se avecina
la tarde gris. Ni adivina
su soledad, esa tristeza
de sus ramas.

Fue certeza,
alegria – ¡otoño ! - . Faro
de abierta luz.

Desamparo
después. ¿Dónde tu belleza ?


Elena Martín Vivaldi

Tomás Rivero dijo...

Manta de orillo, las llaman en mi tierra extremeña, que evidentemente no es mía. Distintas telas entrelazadas, telas viejas con las que se hacen tiras y se tejen. Son mantas pesadas, de muchos colorines. Ahora creo que las usan de alfombras. Antes para echarnos la siesta a la sombra de los veranos. En los zaguanes frescos con suelos de granito.

Escribí un poema a la Pizarnick después de terminar de leer su poesía completa, una tarde de enorme desazón:

Buenos días, noche.

Creo que es el poema más corto del mundo. Un único verso. Eso era todo lo que tenía que decirle a la Pizarnick. El día era para mí la luz y la noche era para ella. Yo era egoísta. No quería que ella se fuera con la noche, quería que permaneciera en este lado, junto a la luz. Necesitaba su poesía. Y me enfadé con ella. Sigo enfadado. Eso es todo. "Pero a mi noche no la mata ningún sol", dejó dicho ella. Impotente, yo.

http://www.youtube.com/watch?v=TbgEYZ-iw5w&feature=related

El lado oscuro del corazón. Las dos son buenas. La primera mejor:

De tu enlace, saco el poema "En esta noche en este mundo":

En esta noche en este mundo
las palabras del sueño de la infancia de la muerta
nunca es eso lo que uno quiere decir
la lengua natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la re-surrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe

no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve

¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible.


Y ya, para finalizar decirte que no conocía a esta poeta, Elena Martín Vivaldi. Y que me resultó al principio difícil de leer el poema, mas a la tercera lo logré, dándole otro ritmo a su lectura y no me desagrada del todo el poema dedicado al Ginko Biloba, el único árbol que tenemos fósil, en este planeta. Me gustó esta parte de su poema:

Y sencillo,
libre, su color derrama
frente al azul. Como llama
crece, arde, se ilumina
su sangre antigua. Domina
todo el aire rama a rama.

Un beso, Shandy.