martes, 18 de diciembre de 2012

El jabón de la noche

Buenos días Babel,
las aguas bajan mansas
en la ciudad de las lenguas,
se desnudan en sus orillas las mujeres
y lavan sus enaguas de lino
con el jabón de la noche.

Amaneces Babel,
un dátil de oro se eleva manso
y deja atrás la noche caoba del oasis.
Una palmera de plata
va hundiéndose lenta
en la arena roja y malva del desierto.

Entre nubes azules de ceniza
despierta un nuevo amanecer
donde todo va olvidándose.


6 comentarios:

Lapislazuli dijo...

Bello amanecer
Abrazo

TOMÁS RIVERO dijo...

Bello, sí.

Abrazo, Lapislazuli.

Isolda Wagner dijo...

Otro gran poema, además de hermoso; tiene además el dulzor extraño que cnfunde ocaso y amanecer.
Besos, como dátiles.

Tomás Rivero dijo...

Sí el ocaso y el amanecer se confunde. Hasta en las personas. Yo iba para mayor y llevo un par de años quitándome experiencia: cada vez se menos, y amanezco antes. Me vacío por fuera y me lleno por dentro. Me tapo la carne pero dejo el alma en pelotas. Y no sé qué hacer con los huesos. Un lío.

Besos, Isolda.

eloy sánchez guallart dijo...

Debe ser buena cosa quedarse a vivir en este poema. Un par de amaneceres al menos.

Abrazos Tomás

TOMÁS RIVERO dijo...

Al menos poder dormir un par de noches al raso de las arenas, junto al agua fértil de las enaguas.

Abrazos siempre, Eloy.