sábado, 28 de diciembre de 2013

Citas desinteresadas: René Char

A todas las comidas comunes invitábamos a la libertad a sentarse
con nosotros. El lugar continúa vacío pero el cubierto continúa puesto.
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Curar el pan. Sentar a la mesa el vino.

2 comentarios:

Shandy dijo...

La libertad siempre se ve amenazada por un Qué, un Quién, un Cómo, un Dónde... Hasta por el uso de su mismo nombre, de su verbalidad. La palabra está subordinada a intereses, necesidades o expectativas, y contaminada por los gérmenes de las bocas y las lenguas.
La pobre libertad anda como puta por rastrojo. Si el concepto de libertad traspasa el umbral del sentimiento íntimo (alguien puede sentirse interiormente "libre" tras cualquier tipo de barrote), y se extiende a cualquier comunidad, se torna confuso, difuso y ambiguo... ¿Es una cuestión de consenso, de aprendizaje de la comunidad? ¿Quién acota o pone límites a un concepto abstracto? ¿Quién la define?
"Mi libertad acaba donde empieza la de los demás". No es una mala práctica, pero no siempre da buenos resultados. Porque dónde empieza o dónde acaba mi/tu/su libertad...

La cita de René Char es muy hermosa. Dar siempre la oportunidad a que se manifieste uno de nuestros anhelos más preciado y necesario.

Besos

Tomás Rivero dijo...

El único problema que tiene la libertad es que a uno, o dos o mil no les dejen hacer lo que les da la real gana. Después de eso que la libertad campe a sus anchas ella solita. Que no intervenga nadie. Que la dejen en paz.
Y la interior, la libertad de adentro, pues para hacer redundancia, sobre la libertad y este blog y este poeta (¿será la libertad o el ego, o la libertad del ego?) te dejo un poema que está por aquí desde hace un año buscando un "bujero" para salir volando.

A veces pienso en la libertad

A veces pienso en la libertad.
Si no será que la libertad,
aparte de hacerte libre,
te libera de la libertad de los otros.
A veces pienso si en la libertad tuya
o mía
no hay despreocupación.
Si no será que la libertad tuya
me hace menos libre a mí.
Si no será que somos libres siempre
gracias a la poca libertad
que el otro manifiesta.
Si no seremos libres gracias
a las renuncias del otro.
A la poca libertad que el otro quiere para si,
que el otro exige para sí.
A veces pienso si no será
que eres libre gracias a mi renuncia a serlo.
Si no será que no quiero ser libre
a costa de tu libertad.
A veces pienso que no quiero ser libre
y eso me hace pensar en tu libertad
y la veo sosteniendo entre sus brazos
un grito distinto al del prisionero,
pero con la exigencia del que no se siente libre.
Esa permanente exigencia.
Esa libertad que siempre tiene el otro.
Decir, pensar si acaso uno puede ser libre,
pensar, si el otro sabe que lo es.
Si su libertad le pertenece.
Y si así fuera
¿por qué su libertad no es nuestra?
Y si así fuera
¿dónde nuestra propia libertad?

A veces pienso que si tú me quisieras.
Si tú. Si tu libertad.

Y si debo resumir el miedo
a la libertad
a veces pienso
que parezco un trámite doméstico.
Un asunto de andar por casa.
Una cosa añadiendo pena a los muebles.

Besos, Shandy.