viernes, 21 de marzo de 2014

Tu alma de aljibe

Tus caballos se mueren por falta de viento.
-Neorrabioso-

Levanta la mano izquierda,
empuña el viejo portaminas,
pon aquí un verso como una noria
que gire en canjilones de agua y saque de ti,
como de un pozo
un cuerpo dulce y suave como una sábana
cubierta de pasado, de gloria,
de húmedas arrugas,
o de historias nuevas.

Recupera la memoria de aquellas lágrimas
que cayeron un día que nunca fue desierto,
en tu alma de aljibe,
serena
y sin los misterios geográficos
de un laberinto.

Yo galopé en caballos que rimaban con fuego,
y sus crines de agua amaron la lluvia,
como la amaban las nubes,
los peces o los helechos.

Sin espuelas ni espinas,
aquellos caballos veloces
sembraron de huracanes
cada uno de mis recuerdos.

2 comentarios:

Amando García Nuño dijo...

Vaya, no encuentro el viejo portaminas... Y galopar me provocaría dolor de riñones...
Pero la memoria de aquellas lágrimas la tengo a mano, junto al café.
Abrazos, siempre

Tomás Rivero dijo...

Eso es que escribes con los dedos y el portaminas que no encuentras está corrigiendo a tus espaldas los errores de la goma de borrar.

Abrazos con olor a café, Amando.

Cuídate de los aljibes y su manía de lágrimas, más allá de los laberintos no existe ningún poema y la memoria se desliza entre los dedos como un agua con rostro de nadie. Llegará un momento en que no pienses con la lengua azul de las distancias y entonces los recuerdos, colgaran distintos como si iguales fueran los que ganaron la noche en la que vive un ciego.

(((Amando, no tendrás quejas, te acabo de hacer un poemita para responder a tu comentario. No te acostumbres. Jeje)))