miércoles, 21 de septiembre de 2016

El viejo topo

1917-2017, cien años de buscar en los rastrojos, compitiendo con las volanderas perdices, un grano de trigo que alimentara la harina de nuestra paciencia. Allí estaba el pan -que sería mendrugo- y un vaso de agua, que meses antes habíamos sembrado esperando las lluvias. El sol sobre nuestras espaldas doró los trigos que hoy son acariciados por el viento. Luego vinieron unas máquinas que se burlaron de la hoz. Y bajo aquella tierra unos hombres tiznados de negro levantaron los martillos, a golpes abrieron la mina como viejos topos marxistas buscando los cimientos de la burguesía. Mordieron la roca, cavaron largas y profundas galerías. Aquí continúa un largo y persistente silencio de hombres imbatibles. Por las noches cuando duermen, sus sueños son vigilados por aquellas volanderas perdices que siguen escarbando en los rastrojos tras una semilla de luz.


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