miércoles, 28 de diciembre de 2011

Autobiografia

Todos los meses
volvía a la misma playa
a fotografiar la misma ola.


Y siempre lo conseguía.

6 comentarios:

Ventana indiscreta dijo...

¿Y tú, Tomás, eras el mismo cada mes?

Ten en cuanta que las olas son muy fotogénicas. Algunas tremendamente temerarias.

Un beso, sin maremoto.

Tomás Rivero dijo...

No. Yo no soy el mismo nunca. Cada día soy uno nuevo. Incluso me desdigo. La mentira tiene las patas cortas por mi culpa: digo verdad y no me creen.

Las olas necesitan viento. El viento necesita isobaras de paciencia. Las isobaras el vaivén de telúricas estrellas. Las estrellas una ola de mar temeraria que le roce las mejillas.

Besos, maremoto.

Marcela Lokdos dijo...

Al mar yo no me atrevo, apenas hablo del río...

Rivero, me dice como me comunico por privado con usted?
Un beso de agua dulce.

Shandy dijo...

Tomás "El Empecinado". Yo lo intento con la luz de los crepúsculos. Pero siempre me traiciona la mirada.
Besos

Tomás Rivero dijo...

Marcela, acude a mi perfil, casi todos tenemos un correo, menos tú que te cuidas de las miradas ajenas.

Un beso de río.

Tomás Rivero dijo...

Tienes que hacerte la disimulada. Como si el crepúsculo pensara en otra cosa. Le muestras la cámara con una mano y con la otra le tiras besos. No hay crepúsculo que se resista. Son al fin y al cabo una combinación de luces excesivamente jóvenes. Y confunden tirar besos con disparar fotos.

Un beso, Shandy.