miércoles, 21 de diciembre de 2011

Sopa de chocolate

Sopa de chocolate como postre, para una comida de palabras que tuvieron como inicial la “M” de Manuel. Que el repostero no supo de nombres, está clarísimo al olvidar la “T”.
Los poetas a veces nos reunimos para confirmar que somos una palabra soñada o presentida. Confirmar si el tiempo que viene tiene cómplices que recogerán sin temor el testigo de nuestros sueños, dóciles como sopa de chocolate.

Un abrazo, Manuel (Tempero)


12 comentarios:

HOSTAL MI LOLI dijo...

Menudo copón, que rico¡¡¡¡

Tomás Rivero dijo...

No te lo puede imaginar, Loli.

Tempero dijo...

Los poetas (gracias por llamarme así) nos reunimos sin pensar en la factura del agua que nos va a venir después. Dejamos correr el agua, dejamos los grifos abiertos. Somos tan bobos que nos dejamos arrastrar por la palabra que moja; luego la derrochamos en forma de agua.
No apagaríamos ningún fuego, verlo consumir es una buena postura.

Las comidas son repetibles. Y sobre el vino siempre hay que tener fe. Con una 'T', el repostero, hubiera matado dos pájaros de un tiro: Tomás y Tempero.

Abrazos, majo.

Ventana indiscreta dijo...

Vaya, ya conocía yo la sopa de letras ¿la habrá de palabras?.
También conocía la sopa de ganso amenizada al piano por Chico Marx.
Y ahora tenemos el gusto de tener una sopa de chocolate rubricada.

¿Tendremos algún día poesía hasta en la sopa?

Un beso, Tomás. Y feliz encuentro a los dos.

Tomás Rivero dijo...

Yo, amigo Manuel, si hay derroche de palabras, abundancia de compromiso, que viene siendo lo mismo, estoy dispuesto incluso a apagar un fuego. Me encanta quemarme las pestañas.

Por cierto la próxima vez tienes que probar la sopa.


Un abrazo, Manuel.

Tomás Rivero dijo...

Un día mi tía Angelita hizo sopa de lluvia en la olla exprés y quito la válvula. Desde el techo de la cocina cayó una lluvia caliente de fideos. Aquella sopa fue muy poética.
Y al fin y al cabo un poema es una sopa de palabras.

A la próxima sopa, apúntate.

Besos, Sofía.

ícaro dijo...

las buenas comidas de palabras se cocinan a fuego lento, con ese borboteo lento que ves nacer, engordar y explotar sin estridencia pero con fuerza

sin prisa pero sin pausa

el vino no empuja para entrar, es bienvenido

...y la poesía omnipresente, como los sueños

¡vaya envidia de comida!


un beso para los comensales

Tomás Rivero dijo...

Icaro, creo que empezamos a darle importancia a esa comida después, pasado el tiempo. Y creo que fue una buena comida, seamos sinceros, por la propia comida. Por los callos de bacalao, por ejemplo.

El vino lo eligió, Manuel. La segunda botella la pedí yo.

Lo bueno de algunos poetas es que incluso sepan ponerle nombres a una buena comida. Y ese nombre se llama tiempo. Y nuestro tiempo no debería tener precio.

Un beso, dos.

Amando Carabias dijo...

Si es que don Manuel sabe mucho de vinos y otras cosas.
Manuel, Tráete a Tomás para la tierra.

Tomás Rivero dijo...

Amando, Manuel sabe de la tierra. Y no te quepa duda, que si él me lleva, voy con los ojos cerrados.
Suerte que yo no tengo nada de nacionalista y toda la tierra es mi tierra.

Un abrazo, Amando.

Shandy dijo...

Vaya, vengo de saborearla con los ojos en el blog de Tempero y me la encuentro repe. Que lástima no poder meter la cuchara.
Poesía y gastronomía, buen tandem.

Tomás Rivero dijo...

Shandy, yo la hubiese compartido contigo.
Sopa de chocolate que sabía a sopa y chocolate. Palabra. Una textura fabulosa.
Y lo cojonudo es que Tempero no la probó.

Un beso.