lunes, 1 de octubre de 2012

Citas desinteresadas


No hay ciudad más propensa que Eusapia a gozar de la vida y a huir de los afanes. Y para que el salto de la vida a la muerte sea menos brusco, los habitantes han construido una copia idéntica de su ciudad bajo tierra. Los cadáveres, desecados de manera que no quede más que el esqueleto revestido de piel amarilla, son llevados allí abajo para que sigan con las tareas de antes.
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Dicen que esto no ocurre sólo ahora: en realidad habrían sido los muertos quienes construyeron la Eusapia de arriba a semejanza de su ciudad. Dicen que en las dos ciudades gemelas no hay ya modo de saber cuáles son los vivos y cuáles los muertos.

-Italo Calvino- (“Las ciudades Invisibles")


6 comentarios:

La que vino de Júpiter. dijo...

Me temo que eso está pasando en casi todas las ciudades.
Te escribí, siento que no hayas respondido.

Un beso, Tomás.

Tomás Rivero dijo...

Tal vez pase en muchas ciudades, sí. Sólo que yo prefiero las de Italo Calvino. Por sus "discutibles posibilidades".

Alas, si no me escribes a esta dirección de correo, nunca podré contestarte: trfarena51@gmail.com
es la única dirección que conservo con posibilidad de comunicación.
Lo siento.

Un beso.

Shandy dijo...

Fascinante y maravilloso libro. Dice su autor que Las ciudades invisibles nacen de un sueño del corazón.
Eusapia parece nacer más bien de la pesadilla de la razón, aunque es un texto tan bello como inquietante y que admite otras interpretaciones.

Las palabras que rematan el libro, puestas en boca de Marco Polo, son una magnífica conclusión para el habitante del burgo en este presente-futuro:

“El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que
habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La
primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer
quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio”

Tomás Rivero dijo...

Fascinante y maravilloso libro, sí. Parece que los dos lo hemos leído.
¿No sería fascinante que tu libro y el mío fueran el mismo? Todo puede pasar entre los seres que habitamos las ciudades invisibles.

Besos, Shandy.

Shandy dijo...

Claro que tu libro y el mío son el mismo, el de I. Calvino. Pero aun siendo el mismo -incluso el mismo ejemplar-,pueden ser dos libros diferentes. Eso también es lo fascinante de Las ciudades invisibles:los que las habitamos también las construimos.
"Es el humor de quien mira el que da su forma a la ciudad..."

Besos desde mi ciudad

Tomás Rivero dijo...

A eso me refería, a que posiblemente no sea tan sólo el mismo libro, sino el mismo ejemplar. Por lo tanto, de acuerdo que puede ser distinto aunque el mismo ejemplar fuera.
Y como las ciudades las hacemos los que las habitamos, tu ciudad y la mía es la misma, pero gracias a San Froilan parece otra. De tal manera que de momento los únicos invisibles a los ojos de los habitantes de ella, somos nosotros. Por lo tanto nuestra ciudad es la que nadie ve.

Besos, desde mi ciudad por si la tuya fuera.