lunes, 2 de diciembre de 2013

Escalofrío

Tal vez en el silencio, a eso de las doce de la noche,
un par de horas después de haber amado tanto,
será entonces cuando ponga fin a este escalofrío
y me dedique a filmar en la oscuridad
los besos perdidos por la alfombra,
o a recoger las pelusas livianas que dejaron
los cadáveres verdes de aquellos hombres
que intentaron amarte en mi presencia.
Y en ese silencio deduzca
que si te dejo no tenga a donde ir.
Que debo asumir que tú eres mi lugar de destino,
la plaza donde quedo para mirarte a solas,
lejos del ruidoso tránsito de los hombres.
Aún me crucifican en todas las encrucijadas
y nunca hice nada para impedirlo.

Como un solo me abandono a la herida.

2 comentarios:

Amando García Nuño dijo...

Te advierto que, a las doce de la noche, hay muchos lugares a donde ir. Y si te calzas algunos versos largos como estos, hasta es posible que el puertas te permita la entrada.
Salud-os

Tomás Rivero dijo...

Hay muchos sitios a donde ir a lo largo de la vida. Errar es nuestro mejor error. ¿Error?: Siempre dependes de las puertas a las que vas llamando. ¿Error?:¡¡los rostros!! ¡¡los rostros!!, gritó el ciego. ¿Ciego?: Hay muchas lecturas en las arrugas que fue dejando el tiempo. La historia del hombre va dejando un reguero de poemas. ¿Lecturas? Seguimos leyendo.

Dos saludos, Amando.