viernes, 27 de diciembre de 2013

Silencio

Aturdido por el silencio del bosque lanzo una piedra contra la lluvia y el viento la empuja un poco y cae al suelo rueda y no se levanta inmóvil espera que aún la ayude un poco más y vuelvo a lanzarla contra el árbol más cercano se eleva como ala rota y cruje entre las ramas cae una ramita seca y queda inmóvil en el suelo esperando que la levante y la ponga verde más verde más verde grita y sus gritos se unen al silencio a la piedra al viento a la lluvia. Un poco más lejos tengo otra piedra a la vista. Y de repente no hay árbol esperando en el bosque. Y el bosque se borra lentamente. Yo tengo en la mano una piedra.


4 comentarios:

Carmen dijo...

Al leer-escuchar este Silencio tuyo me apeteció dejarte estos versos de Lêdo Ivo

El latir de mi corazón intriga a los búhos
que, en las ramas de los cedros, rumian el
enigma
del día y de la noche paridos por las aguas.
En mi sueño de piedra quedo inmóvil y viajo.


Aunque claro, también hay otra piedra de Tomás Rivero por ahí



Era una piedra
una piedra sola
sola
hasta que un beso
la volvió aire
aire.



un beso, buenos días Tomás

Inés González dijo...

Son deliciosos estos helechos, tienen la virtud de abrirse paso, así de repente, entre las hojas muertas, o las laderas húmedas y frías de los bosques.
Vengo de tierra de helechos, en las montañas azules de San Javier surgen como manos abiertas a la vida.
Sin embargo los más hermosos los vi en Dinamarca, a pocos kilómetros de Copenhague, su verde hiriente era tan intenso que no podías sostener la mirada.

Tomás Rivero dijo...

Sí, estoy lleno de piedras, Icaro. En la niñez llevaba un bolsillo del pantalón lleno de piedras y en el otro un tirachinas. Se suponía que tenía que matar pájaros como buen cazador, pero la verdad es que no maté ni uno. Así que le tiraba a las latas y viejas botellas. Hoy me dedico a soplarlas para sacar el alma que llevan dentro. O como decía Javier Llamazares en "La lluvia amarilla": "...cuando un hombre moría alguien salia a un cruce de caminos y se lo contaba a una piedra".

Besos, Icaro.

Tomás Rivero dijo...

Nada más puedo añadir a tus palabras, Inés. Los helechos, como este de la foto brotan de repente, al comienzo de la primavera, bajo el manto seco de las hojas muertas del otoño. Y crecen con inusitada rapidez buscando la luz.

Yo nací en una tierra un tanto seca, y es ahora cuando los veo invadir el bosque. Este año los usé en la huerta para proteger las incipientes tomateras de las heladas.