Ahora todo es más normal
de lo necesario.
Tú tienes un espejo para ti
y yo un armario repleto de ropas
viejas y usadas, nuevas y sin estrenar.
Vivimos rodeados de imágenes que salen de los muebles,
puertas desvencijadas,
cajones descolados,
y nos vamos transformando en lo que somos.
Sumamos contrariedades
a todo lo que ya fuimos,
y pensamos en escapar
mirando nuestras manos y nuestros pies,
tocando el suelo y las paredes
sin movernos del sitio,
sin mirar a otro lado,
y un halo de nieblas
rodea nuestros cuerpos inmóviles,
a ratos invisibles
y que el tiempo fue dejando inertes.
Ahora todo es más normal
e innecesario.
4 comentarios:
El incierto pavor de la normalidad.
Abrazos, siempre
¡¡Amando!! Cuanto tiempo.
La normalidad carece de sorpresa, da cierto pavor, sí.
Abrazos.
No quiero ser normal. Aún no.
Abrazo atrasado Tomás, pero muy largo.
A mí siempre me da la sensación de que soy demasiado "normal", Soco. Tengo contradicciones que no sé si las resuelvo como debiera.
Tus abrazos siempre llegan puntuales. Otro para ti, amiga.
Publicar un comentario