domingo, 30 de enero de 2011

Sangre de toro

¿Por qué pintan las naranjas? ¿Por qué lo pintan todo?
Pues muy fácil:
porque ustedes reclaman estética.
Pareados.
Reclaman que su pareo
el pliegue de la falda haga vuelo
con un levante liviano.
Esteticienes del pánico, reclaman
que su naranja juegue a los dados con Dios
y con las puntillas lánguidas del tanga.
Ver una naranja así produce dolor.
Como si una naranja fuese ese balón de playa.
Ese otro balón de los domingos
que Ronaldo mete en la red y Messi en su alma.
Un dolor que nos lleva a lo ancestral del hombre
de lo que fue el hombre.
Un dolor nuevo que viene
del recuerdo de cuando éramos jóvenes
y la belleza quería ser amiga nuestra.
De cuando los griegos enterraban
a los caballos muertos en batalla.


Puede que la canción esté llegando a su fin.
Las letras de las canciones no tienen que ver
con la literatura: Chico Buarque.
Icono del Brasil ¿Qué será un icono?


¿Un poema es un icono?
es usted, desde su blog de impotente, un icono?
¿Es usted desde su salón recóndito un icono?
¿Es usted el mejor acompañado
desde la soledad de su abandono,
su viudedad o su viuded
su divorcio 
o su absoluta individualidad de colorines
de lápices Alpino?
Adiós
que nos zurza un médico la médula esdrújula
de la noche.
O la médula espinal de la lengua.

No pintan las naranjas: las esculpen.
A la medida del gajo que llevamos

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