jueves, 14 de abril de 2011

El hombre ánimo

Yo era un hombre pálido y feliz
que vivía en el ruedo e inventé un idioma
y cabalgué de nuevo en cuadrúpedos
que consentían mi semblante de jinete.

Qué haces me dijeron qué dices qué sobras
o qué trajes pones en tu nombre
qué ácido que líquido agregas a tus letras
o a tu carne
al trote de esos hermosos cascos sólidos
en patas de potranco recio
equino que levanta su cabeza su energía
mientras frotas su abdomen con caricias del
                                       \tobillo.
Yo era un hombre ánimo
que cavó arenas o aplastó algún rosal silvestre
hierbas y malezas
abriéndome paso por sombrías cañadas
algún valle
y era casi un jinete pálido
con pie de gaviota asentando huella de granito
luego fósil
otra piedra un poco de ceniza
quién sabe
yo era un hombre laxo
pendiente de un hilo casi siempre
con un poco de sangre en la punta de la lengua
para desoír la sal de los párpados o el ojo
yo era un hombre péndulo
al final un hombre cándido
que vivió sobre dinamitas
estruendos o explosionando humedades
lluvias lluvias en rápidas torrenteras
arrastrado fui por rabiones y en la mar dejé
mi perfil
ese gen peculiar de ballenato
o delfín escualo tiburón mamotreto
de fauces descomunales
lánguido pececillo indefenso.







al kooper and mike bloomfield - the lost consert




4 comentarios:

Sofía Serra dijo...

...qué barbaridad (para ser breve)

Tomás Rivero dijo...

Sí Sofía, el hombre abriéndose paso en "Pangea" es una autentica barbaridad.

Sofía Serra dijo...

Probablemente se encontrara con una sirena...

Tomás Rivero dijo...

No, se encontró siempre con él. El hombre proyectándose en sí mismo, una y otra vez.
Las sirenas vinieron más tarde:
Un día en alta mar estaba él mirando...

Un beso, Sofía.