lunes, 6 de febrero de 2012

La triste responsabilidad de ser un hombre


A medida que avanza el día la noche simula oscuridad
se pone el disfraz que le corresponde
con arreglo a unas perspectivas
de técnicas extrañas dónde el camuflaje queda reservado
para sorprenderme siempre durmiendo.

Entre todos los seres que pueblan mi vida
a medida que avanzan simulo aliviado
un determinado color fantástico
sacrificando mi oferta de tonos grises
propios de herméticas pinturas.

Sigo siendo un elemento que huérfano de padre
pendulan -ajustadas al reloj de la vida-
aún madre alguna hermana
y dada mi condición femenina en grado
que algunas llaman interesante
siento que formo parte de lo pusilánime del hombre
de su trama de gestos heroicos o imposibles
acometiendo con simulada gallardía la ración de golpes
que la vida para mi alma tiene destinados
ya que según ellos me corresponden cada día
-tal lo estipulado en el reparto- dada mi identidad de macho
líder familiar escala social preparación física o profesión.

Así llevo esta pesada carga con metódica y ágil precisión
pues debo enfrentarme a peligros mucho peores
donde algún hematoma o verdugón del que soy destinatario
dejará en mis carnes vacuna suficiente para soportar
otros dolores aún más terribles: fracturas en el corazón
porque todos los trauma deberán -dicen- (reiteran)
ser internos
que es el dolor que mejor conoce el miedo
tratando de que yo sea otro cobarde
procurando despreciar ese gesto cosmopolita
totalizante y solidario que solo tienen las mujeres
y en el que ellas trascienden gestando el universo
mientras yo vivo la tristeza de ser un sometido.

8 comentarios:

Nená dijo...

Es un poema muy valiente, humano, desde mi punto de vista casi feroz. Y no sé porqué, no te conozco, pero como ser humano me siento orgullosa de lo que has escrito.

Un abrazo enorme, de aquí a marte ida y vuelta.


Nená

TOMÁS RIVERO dijo...

Gracias por tu comentario, Nená. Eres muy condescendiente, con el poeta. Cuídate del hombre.

Besos desde aquí a Marte son muchos besos.
Muchos besos, pues.

Shandy dijo...

Las "identidades" impuestas son pesados fardos. Somos seres sometidos desde la cuna a los juicios y prejuicios de una familia,de una sociedad, de una cultura... Y uno solito ante toda esa marabunta.

Buena reflexión, buen texto.

TOMÁS RIVERO dijo...

Menos mal que uno busca cómplices, intenta descubrir que las mayorías nunca tuvieron razón, y es entonces
cuando llegan las mayorías y descubren el miedo. Y sólo se salvan los invencibles. A los que nadie reconoce.

Un beso.

Nená dijo...

No Tomás, no he sido condescendiente con el poeta, sino que he admirado al ser humano que reconoce sus limitaciones y sus miedos, y se atreve a revelarlos con naturalidad.
Al poeta y al hombre les he dejado al margen.
-No he debido de saber expresarme bien-
Muas,

Nená

TOMÁS RIVERO dijo...

Nená, no creas, pero me cuesta trabajo separarme en tantas cosas. Me voy a quedar reducido a jíbaro cabezón.

Te mando esta broma y un beso de los tuyos.

Shandy dijo...

Tomás, pertenecer a un grupo cuando eres joven te puede fortalecer y ayudar porque ofrece seguridad. Pero con el tiempo cada cual se enfrenta a sus propias contradicciones, a su definirse como ser, ¿quién soy yo? Y ya no vale el refugio del grupo ni las etiquetas.
Besos

TOMÁS RIVERO dijo...

Shandy, el problema de las etiquetas tiene su aquél.

Antes no tenía uno etiquetas. Tenía profundidad por un lado, y miajón por otro. Era todo alma. Aveces con esa candidez propia de los candados.
Ahora recurriendo a aquel pasado, a aquel grupo, parece que uno se tiene que poner una etiqueta. O una biografía.
Para que se sepa que uno tiene y viene de un pasado. Un pasado con sustancia. Si hoy todo es efímero, en mi pasado la vida no se acababa jamás. Eras eterno.
Incluso se pone uno etiquetas obligado por los que creen que uno no tiene ni etiquetas. Tal es la desolación y la confusión, de las ideas, y de los besos.

Hasta ahí podíamos llegar. Que me dejen al menos etiquetas.
De lo contrario el jodido de Freud será la etiqueta. Billete para el psiquiátrico o la residencia de ancianos.

Déjame contar contigo. Por fa.

¿Quién soy yo? La suma de una serie de experiencias, sin duda. Sin duda. Existo porque otros estuvieron.

Besos. (Te estás recuperando)