cuando el amanecer era de bohemios
para amantes locos,
cuando el amanecer permanece solo
y alguien abatido se perdió
en el desolado litoral.
Los barcos giraban,
las redes horadaban olas broncas
y los peces huían sombras de plata.
Empecé a notar en la cintura
labios de ola y besos de agua,
allá, en el marino arenal, al alba,
cuando el viento dormía
y mis caderas se iban cubriendo
de amapolas blancas.
Empece a notar en la cintura
el
balanceo del mar,
yo era una barca loca,
abandonada a la deriva, abatida y
triste
en busca de un desgarrador sueño
de náufragos perdidos.
6 comentarios:
El poeta es consciente y recuerda la vida. Algunos de tus últimos poemas son uy grandes y ese lo es. Al menos a mí me lo parece. Besos, pongamos por la orilla.
Quizá no quepan tantos náufragos en tu sueño de barca a la deriva. Hay demasiados a punto de ahogarse.
Claro que es un gran poema. Un abrazo.
El poeta es consciente de sus paseos por la orilla. O de mis naufragios interiores. El poder de nuestro mares.
Besos, Isolda.
Seguro que hace falta un arca de Noé, para mi sueño, seguro. Nuestro diluvio traerá numerosos ahogados, cierto.
Gracias, Amando. Un abrazo.
Bellísimo Tomás. Poderosa e irresistible la llamada del mar...
Besosdesal
Gracias, Soco.
El mar siempre es una promesa. Aute lo canta: "...volvamos pues a buscarlo como un amante que vuelve..."
Besosdenáufrago.
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