domingo, 2 de junio de 2013

A los filólogos

1

Cuando en una curva del papel
la pluma pisa tinta y patina,
o derrapa locuaz y se derrama,
dime tú que sabes de letras
sólo porque multiplicas
los grados topográficos
del desnivel,
su cambio de rasante,
con la verdad que vive en su mentira,
¿a dónde van los cuerpos
las almas del derrape,
la fiebre helada del poeta,
la noche con su lástima,
las cartulinas rotas,
los libros quemados,
el insomnio estricto de la palabra,
el silencio,
ese vacío de ecos,
el verso que jamás se escribió?


2

Lo único que he tenido que estudiar, que aprender, es la ignorancia. Ella me rodea con naturalidad, es mi más fiel compañía. En mi caso, en este caso, la literatura se enfrenta a un ignorante. Y nunca le tuve miedo. Ella lo sabe. Y va dejando disimuladamente un reguero de letras. Yo cojo algunas. Pero existen pájaros. De tal forma, cuando no puedo completar una palabra, coloco un pájaro. Él sabrá la letra que se comió. Así la palabra que invento nace con posibilidades de volar en una lengua extraña. Claro, existe otra probabilidad malsana: que a eso se le llame literatura.

4 comentarios:

HOSTAL MI LOLI dijo...

Más que un pájaro creo que colocas trocitos de alma en forma de pájaro y palabras. Creo que eso es la poesía, alma troceada en palabras y en silencios. Besos.

Tomás Rivero dijo...

La poesía nunca se sabe lo que es, debe ser un intento de poner orden en algún tipo de "desorden" que uno contempla en este orden oficial de cosas más o menos inservibles con las cuales convivimos cada día. Digo. No tengo ni idea. O sí.

Besos, Lola.

Shandy dijo...

Rimbaud escribió sus poemas entre los 15 y los 20 años.
Gamoneda aprendió a leer en el libro de su padre. Completó estudios medios por su cuenta y fue banquero...
Cesar Vallejo interrumpió sus estudios por motivos económicos...

Son tres grandes, pero podríamos citar muchos más.

No, no es necesario ser filólogo para ser un buen poeta. Puede ayudar a un conocimiento más profundo del lenguaje, pero, incluso, un exceso de academicismo puede matar la creatividad.

Lo que si es necesario, para ser buen poeta, es la lectura de los clásicos de cualquier época. Esa es la mejor escuela y formación. Y después llegará -o no - el talento.

Filólogos- poetas también los hay muy buenos: Damaso Alonso, Pedro Salinas, Jorge Guillén... Luis Alberto de Cuenca, Olga Novo, Joaquín Sabina... Goethe, Leopardi...

Besos a tus pájaros.

Tomás Rivero dijo...

De toda esa larga lista de maestros y pequeños datos biográficos, de lo que es y no es necesario para ser poeta, debo decir que en mi caso interrumpí mi formación por cuestiones políticas: era tan pobre y con tantos prejuicios que entendí que sólo los ricos tenían derecho a estudiar: me negué a compartir pupitre con semejante tropa.
Pero un día, mientras le robaba perrunillas (harina, huevos, aceite, anís y azúcar) a mi madre, que las guardaba en la alacena bajo llave, “apareció” un tomo de poesía, que recogía nuestro siglo de oro. Aquellos clásicos de aquella época pusieron un poco de música en mis orejas mientras las rosquillas de mi madre endulzaban mi lengua. Y con aquellas notas sonando en mi cabeza, y una palabra en el paladar, puedo decir que escribo de oído. Pero no sé bailar. En ningún sentido. Y a veces debería dejarme llevar. Podría incluso bailarle el agua a alguien. En algunos casos tendría que dejarme llevar por aquellos que bailan mejor que yo, pero los clásicos me enseñaron a tener vergüenza. En todos los sentidos. Un día de estos a ver si la pierdo un poco. La mala. La buena vergüenza me sigue sirviendo para escribir. Ahora leo a los clásicos del siglo XX, que no son muchos, por cierto.

Mis pájaros, mis fantasías y mi cabeza te agradecen los besos, Shandy.