lunes, 13 de junio de 2011

SIERVO DE LA GLEBA


Que yo sea un siervo de la gleba
y que a mí me aten,
y que tú difundas desastres

o quiebras personales
con la alegría suficiente

y la rotunda tristeza
como para hacer del disimulo un arte.
Que yo sea vil y pendio, infamante o vílico
más nunca señor de la hacienda y sus enseres;
aspira sus aromas,

las maderas, los sacos de simiente,
haz que tu sangre viva
rodeada de mágicos impulsos

y nazca de mi carne
el vital hilo de vida que nos ata.
Sea yo, por tanto, un fracasado varón,
tú una sombra hembra o una hembra santa,
yo un mayordomo torpe, tú una fruta quieta
sobre bandeja de plata madurando.
Yo, siempre, un siervo de la gleba.

Sometido a un nombre que nunca tuvo letras.



7 comentarios:

Carmen dijo...

no he seguido tu orden Tomás y primero he ampliado la fotografía, segura como estaba de que este siervo de la gleba tiene lectura y relectura, como transparencia rota por los nervios esas hojas de higuera iluminada

un beso

Tomás Rivero dijo...

Menos mal que yo estoy contra el orden. Sobre todo el oficial.
El siervo de la gleba es un pobre iluminado que desde su más absoluta esclavitud, no sabe (no puede) amar. Mas piensa por qué.
El poemario es de 1997.
Un beso.

Tomás Rivero dijo...

Ah! Carmen, la foto está hecha en primavera, una mañana fría y temprana. En un jardín de esta ciudad de Móstoles. Ciudad obrera, gobernada por la derecha. Ya sabes lo agradecidos que son los obreros a los que les dan de comer.
Besos iluminados de tristes siervos.

*L* dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Tomás Rivero dijo...

Eres muy generosa con el poeta, *L*. Gracias.

Es cierto, no es bueno someterse. Pero el sometido debe saberlo, y el sometido lo sabe. Sometido se entrega. Y si él ama entregándose y sometiéndose y en última instancia muere, yo no puedo más que envidiarle tanta generosidad.

Besos.

Carmen dijo...

un día me dijiste por una entrada a mi blog que ampliaste la fotografía después de leer las palabras, que siempre das prioridad a las palabras

a eso me refería cuando he dicho "no he seguido tu orden"


el poema sé de dónde y de cuándo es, aunque lo hayas puesto hoy

y acabo de soltar mentalmente una retahíla sobre la generosidad que como tú dices algunas veces....cágate lorito, pero voy a dejar tanta historia para sólo decir que me encanta la generosidad, generosidad que escasea tanto hoy día, hasta tal punto de que una señora muy mayor me mire de arriba abajo desconfiada cuando me ofrezco a llevarle las bolsas de la compra

¡desde luego que tanto ponerse melladitas es agotador! había venido a hablar de las palabras y acabo echándome flores...esto de no tener abuelos ¡vade retro Satanás!

besos

Tomás Rivero dijo...

Cabeza esta, Carmen. Doy prioridad a las palabras, es cierto.

Si uno se merece las medallas, no veo mal ponérselas. Hay tanta mala leche que nadie te las pone, aunque te las merezcas.
Es cierto somos unos desconfiados, desconfianza causada por nuestros miedos: de repente no queremos que nadie quiera lo nuestro.
Un beso.