domingo, 18 de septiembre de 2011

Dedicatoria

Ya finalizo este libro perfectamente lascivo

hecho con trueques y revoques

repleto y fascinante

que empecé un día que ya no estaba tierno

un día que no tiene memoria

en el recuerdo fatigado de la noche

en las sombras histéricas donde la vida

y la historia se degüellan.

Recuerdo sin amargura lívido o gris

casi sin dolor de muelas

los nombres de ellas y de ellos

nunca fueron importantes los atajos

que recorrimos juntos. Y algunos se fueron

haciendo travesuras o buscando algún remedio

al silencio más blanco de la noche.






2 comentarios:

José Baena dijo...

La vida y la historia estan condenadas a degollarse. Son como las hijas que se pelean por la herencia del hombre.

Tomás Rivero dijo...

La vida y la historia se degüellan siempre por "algún motivo" más o menos histórico. Este poema intenta, (todos los poemas son un intento) incidir en ese pasado que fue, y adónde nos obligó a huir la historia, empeñada en recordarnos que somos excesivamente hermosos, unas, y tristes y dignos de amparo, otras.

Que los hijos se peleen por nuestra herencia está bien: eso es por que la herencia merece la pena. Supimos dejarle algo interesente.

Un abrazo, Jose.