martes, 20 de septiembre de 2011

Lección 4




Hoy entró en el  despacho de trabajo la señora de la limpieza a pedirme las tijeras. Al cabo de un rato me las devolvió diciéndome que se había cortado con ellas. Desinféctese la herida que esta tijera tiene el filo envenenado de tanto cortar papel, le dije. Sobre todo si está escrito, me respondió.

4 comentarios:

@jorjowski dijo...

ya veo que todo esta en su sitio, incluso la inspiración intacta, me iré poniendo al día, un abrazo tomas

Tomás Rivero dijo...

No voy preguntarte los motivos de tu huida, todos tenemos motivos para salir corriendo.
Otros seguimos en nombre de la palabra y en nombre de extraños motivos.
Un abrazo, Jorge.

Raúl Campos dijo...

La palabra creo que ha sido el arma más mortífera, ha superado ampliamente al hueso, al metal y a las bombas de racimo. Cada día hay más muertos a los que se les ha dirigido una mala palabra o sencillamente no se les dirige ninguna.

Tenemos que domesticar la palabra dicha y escrita. Es nuestro trabajo.

Tomás Rivero dijo...

Raúl, creo que no hay que domesticarlas, tal vez darle a cada muerto la palabra precisa: la muerte justa.