martes, 27 de diciembre de 2011

Marcha triunfal

Piedra, bronce, piedra, acero, piedra, hojas de roble, cascos de caballos
sobre el empedrado.
-T.S.Eliot-


Me da pereza afeitarme. Subir la escalera
con un hombro a cuestas. Ser un condenado a escribir
como si nada me importara.
¿Qué hacen todas estas camisas presentes en mi vida,
todas esas flores, esos libros, qué hace la vida
rodeándose de mí?
Yo soy un tú inapreciable,
un tú que nada cuenta, dice,
un tú que necesita que le nombren
si un alma vacía le precede.
Si la casa se queda sola
nadie vendrá a acompañarme,
a sentarse a mi lado un poco triste
y decir conmigo,
desde las cuatro paredes,
también yo siempre estuve sola.

Forma parte de mi vida esta forma
distinta de quererte. La costumbre
serena de mirarte. O tu mano
buscando mi desastre.
Los nombres que quisiste para mí,
aquellos que querías ponerme,
están esparcidos por la alfombra,
y a veces salen a la calle
se mezclan con otros nombres
y soy para ti un aire difícil de respirar.

Siempre se me ve solo paseando con alguien.
Ayer la ciudad también era campo.
Y sobre el trigo segado volaba un grupo
de palomas, en círculos bajos.
Frente a un sol que se ponía, ellas danzaban.
Su vuelo de sol. Siempre tengo un ligero motivo
para amar con locura la vida.
Amar. Por encima de todas las cosas, amar.
Con precisión matemática numerar las veces
que fue preciso fallecer,
de risas tristes derrumbarse,
para creer en el otro, el cual nunca estuvo seguro
en algún lugar tapado y oculto de mi corazón.

No tengas prisa.
Para dejar de amarme no precisas la urgencia.
Tan sólo un lento caminar,
una mirada lenta, la pausa feliz de una caricia.
No tengas prisa en olvidarme.
Deja pasar los días y que en su suma no haya
nadie contando con los dedos.

12 comentarios:

Felipe dijo...

Ayer me afeité la barba de 2 meses que luzco, poco frondosa, pero ahí, bueno, ya no luce... pero cuando me afeito siempre pienso en David Bowie.

Ayer escribí: "¿Qué vas a hacer con tu vida? CAMBIARLA"... y, para empezar, he hecho limpieza en mi cuarto... y el año que viene hago trueque -en un mercadillo- de objetos que ya ni acaricio ni miro ni siento. Desprendimiento.

Un abrazo. Y gracias por el poema.

Felipe.

Nená dijo...

No es que me agrade el poema, Tomás, es que me encanta. Ha sido un desayuno magnífico.
Está lleno de humanidad, casi puede tocarse, es un poema rico, rico. De verdad de la buena, gracias.


Nená

Marcela Lokdos dijo...

A esto le llamo privilegio.
Un beso Tomás, y gracias.

Tomás Rivero dijo...

Felipe, de nada.

Yo estoy descalzo en la playa y he tirado los zapatos al mar. Para ver si navegaban y seguirlos con rumbo incierto. Se fueron a pique. El peso de plomo de las suelas.

Un abrazo, con viento de levante.

Tomás Rivero dijo...

Nená, tal como lo explicas creo que te alimentó. El cocinero no cobra por el menú. Estupendo. Así debe ser siempre.

Besos con pan.

Tomás Rivero dijo...

Marcela, besos para ti también.

El privilegio de que tú me leas.

Más besos.

leolo dijo...

Lo he leído dos veces, despacio y concentrado. Pero al ir a hacer un comentario me he quedado en blanco totalmente, como las paredes de las salas de espera de un dentista. Bueno, la segunda vez era un blanco como de sábana colgada al sol en azotea del Sur. Solo quería decirte que me pareció un poema tan grande que cualquier día coge un bolígrafo y se te va de casa. Hazle una copia o una foto.

Tomás Rivero dijo...

Señor Eloy, que sepa usted que es un comentario precioso, Inmenso como una sabana de sábanas. Un comentario, tan bueno o más que el poema.

Incluso tengo terrazas, frente a la mía, llenas de esas sábanas blancas, aquí en el sur. Y casi se puede ir caminando de terraza en terraza y de vecina en vecina. O vecino.

Un abrazo y gracias por tus palabras.

Paloma Corrales dijo...

Desde la cita de T.S. Eliot ya me precedía el runrún dentro del pecho y ahora no puedo ni quiero desprenderme de estos versos ni de los libros olvidados y puedo decir contigo "yo siempre estuve sola".

Un poema que desordena la sangre.

Beso, poeta.

Tomás Rivero dijo...

Un beso Paloma.

No tengo palabras, se quedaron en el poema, y tu comentario ahondando en él, me deja escaso de ellas.

Los poetas, no sé muy bien por qué, arrastran una soledad que, de vez en cuando, no es buena. Sólo de vez en cuando.

Gracias, y otro beso.

Eva R. Picazo dijo...

doloroso y cierto, el poeta mira desde otra perspectiva la vida, para los demás lo urgente es terminar las cosas sin disfrutarlas. A mi me gusta que seas poeta porque sabes serlo.

Besos

Tomás Rivero dijo...

Eva, muchos besos.

Me gusta que me reconozca como poeta. Es todo un oficio, que diría Pavese, esto de ser poeta. Y sinceramente, no me parece el mejor oficio.