jueves, 12 de enero de 2012

EGAGRÓPILAS *

 Materiales de derribo conformaban este poema,
que hoy te dedico con cariño, Sofía "Indiscreta".

De tanto aquello que nosotros
a pie despiadado pelábamos
descarnábamos
(conversaciones sobre esto, lo otro,
o bien las mujeres, el fútbol, los toros)
y era toda esta carnaza
suculento plato abecedario.

En su canto reposaba la experiencia
y en nuestro traje de mono esperpéntico
el simio trepado -atrapado- en andamiajes;
en las palabras el albo lenguaje
del pan,
y en las paredes el yeso,
amalgama de agua
sus ecos,
el paso a paso -también el poso-
de las cincuenta y tres semanas,
la agónica jornada laboral.
Los agónicos sindicatos.

Nuestra soterrada libertad
a pie de obra,
despiadadamente
haciéndonos humanos,
con la sangre en un ápice
de aquel índice manco que nunca
señaló a nadie.


 Algunas aves nocturnas, como el búho (también algún poeta), vomitan los restos de sus presas, -huesos, pelos y plumas- imposible de digerir, en forma de bolas llamadas egagrópilas.

2 comentarios:

Ventana indiscreta dijo...

Poema tremendo de una época, seguro, que yo no viví.
El construir era un constante hacer y los materiales de construcción tenían mucho de lucha y de riesgo.

Gracias, Tomás. Ten por unida esta entrada tuya a esta mía. Ave nocturna también soy.

http://estar-al-acecho.blogspot.com/2009/05/nictalope.html

Besos.

Tomás Rivero dijo...

Claro, que no viviste, aunque estuvieras vivita y coleando. Ni mis padres se enteraron de ciertas cosas.

De todas las maneras, si ves mi perfil, lo dice. Sector construcción. Soy escayolista, que no te enteras. Desertor de ese oficio y de ese "sector". Duro. Muy duro. Un día te lo cuento. Cara a cara. Por escrito no digo ni mú. Necesito el apoyo de una mirada.

Un beso.