sábado, 3 de marzo de 2012

El hombre sin cabeza

Una amiga me regala este corto en dos partes.
Entusiasmado, lo comparto. 





6 comentarios:

Shandy dijo...

Es espléndido. Surrealismo magrittiano, soledad urbana de G. de Chirico, un tempo del mejor cine francés, vague, vague... un final de Casablanca con Rick (Sujetivismo puro y metafórico esto último).

Todos nos descabezamos alguna vez por un pañuelo rojo que nos abandonó. Todos quisimos tener alguna vez otro rostro para que nos quisieran más. Suerte que somos únicos y alguien nos descubre y nos quiere más allá de lo aparente visible.

Un abrazo

Tomás Rivero dijo...

Yo me descabecé (perder la cabeza) una noche de luna llena. Era verano y tenía un pañuelo rojo. Su nombre era Amelia. Sequé sus lágrimas y nunca más supe de ella.

Una vez la vi. Habían pasado más de veinte años. Y en sus ojos aún podía ver aquél pañuelo rojo. Su mirada la dirigía siempre al infinito.

Desde entonces, la luna llena y yo nos avergonzamos cuando se cruzan nuestras miradas. Eso sí, le hago fotos.

Un beso, Shandy.

Carmen dijo...

hablando de cine escuché a Borau decir que al cine siempre se ha ido para ver algo extraordinario

aunque lo que cuenta este corto (no tan corto) no es extrordinario sí me lo ha parecido el modo en que lo han contado y la puesta en escena

...aunque ese final tan amable me descolocó un poco

un beso (de cuello para abajo)

Tomás Rivero dijo...

El final es amable, en tanto que bailan juntos. Pero no, en tanto que él permanece como tal, sin cabeza. Esa es su "alternativa". Si hubiera elegido uno de los rostros, el final sería definitivo. Y nunca mejor dicho a la hora de definirse, elegir un buen rostro para adquirir identidad. Tener un rostro. El apropiado siempre. El rostro que fue de otro, y del que uno se apropió.

De todas maneras, no tener un rostro, no querer tener un rostro, también añade miedo al compromiso de poner cara a tus besos. Y principio y fin a tu mirada. Somos el miedo de un beso. La hurtadilla de nuestros desconfiados ojos.

Un beso con cabeza, Carmen.

Carmen dijo...

hace unos años conocí a un hombre que estuvo barajando la posiblidad de "colocarle" un cuerpo al espíritu de su pareja (que se había suicidado)

el que "hacía" el milagro practicaba la magia negra y según él este hombre sólo tenía (además de pagar claro) que mirar a su alrededor, como si de un escaparate se tratase y elegir el cuerpo que le gustase, él se encargaría con sus rituales de devolverle a la muerta

pd: el tema del asesinato del alma de la que ocupaba el cuerpo en ese momento lo obviaba claro


Los finales definitivos son finales momentáneos, de un día a una hora...el siguiente aún no ha llegado

un beso sin muertos que ronden

TOMÁS RIVERO dijo...

Suelo escuchar a menudo una frase:
Hay gente pa to.

Espero que no volvieras a ver a este novio enamorado de cadáveres. asesino de almas.
Y lo mismo estaba ahorrando.

Un beso.