Monto un caballo cojo y ciego.
En la noche negra lo anima mi fusta.
-Hsu Chih Mo-
Peregrino y vagabundo
enemigo negro vagando
errar era
un punzante dolor en el costado
una fusta de tenso amor.
Falto el aliento
la mirada cansada ve
las ciudades borradas del paisaje
ahora que toda la tierra
recuperó los caminos
esas veredas únicas
solo para equivocados.
Lejos de ti una manada roja
de cascos lame las laderas
la calma se transforma
y bajo el sonido de la lluvia
los caballos felices
inadvertidos gritan
la proximidad
de las extensas praderas.
Su loca felicidad de libertinos.
2 comentarios:
Extensas praderas, los relinchos acertados.
Las
Tomás, en un hermoso libro de Clara Janés, Variables Ocultas, los caballos van y vienen como lo puede hacer el hielo.
Un pequeño texto suyo te dejo:
Se esboza la posibilidad de hierba bajo su cuerpo: una brisa que insinúa el renacer. Pero siguen los mudos clavos tensando la separación. Nada entra ni sale de la boca del caballo.
El aliento se autodevora de desamor.
Aberazo, hombre de crines.
P.D. ¿Habías oído hablar de la Rapa das bestas? Cristina Garcia Rodero en su libro TRANSTEMPO aborda ‘a rapa das bestas’ de Sabucedo.
Sí, Manuel oí hablar, incluso vi la Rapa das bestas. El "robo" de crines. La mutilación del viento.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/espana-directo/espana-directo-rapa-da-bestas-2010/820044/
Siempre me dejas hermosas palabras. Tuyas o prestadas: El aliento se autodevora de desamor.
Te echo de menos.
Aberazos.
Publicar un comentario