martes, 18 de septiembre de 2012

Epíteto

Corindón o esmeril pedernal
la chaira recorre los filos de la carne
magulla y gorgorea
hacia la oreja enfila la aguda punta
a escasos centímetros
quiebra
brevemente merodea en gubia
luego acaba hiriendo
donde la sangre brota con un gemido
proveniente de esa zona de la garganta
hecha cuna un instante
hecha cueva de oscuros y silenciosos pasillos
donde las palabras crecen
habitáculo en el que mora el vital veneno
de la lengua
y misteriosamente mueren
cubiertas de silencio.

2 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Joder con el epíteto! Es grandioso, lo siento me ha salido así.
Besos lleos de palabras.

Tomás Rivero dijo...

Dice el "drae" que el fin principal del epíteto no es determinar o especificar el nombre, sino caracterizarlo.

La lengua. Hablar por hablar, decir por decir, creer que se sabe, cuando siempre la palabra es otra. O de otro. El nombre, su carácter. La mujer. El hombre. Su carácter. Joder! ¿Quién sabe qué de qué?

Besos de palabras sabias, Isolda.