Entreabrió los muslos de Zarza con sus manos fuertes
y separó el canal mojado y palpitante.
y separó el canal mojado y palpitante.
-Rosa Montero-
Ella quiso que él le diera
un pedazo de carne en carne
viva,
el semen excesivo que la
ahogara;
su hueso más lejano cristalizado
en largo esperma,
la sustancia de hombre
comprometido
con este crucial tiempo compartido:
suyo, de él, de ambos.
Notó que la carne dentro de su
carne,
salvaje, nervuda se tensaba.
Un férvido látigo fue su
colosal eyácula,
que copiosa la dejó inmersa,
dolorida y anegada,
en un silencio de hombre y de
tristeza.
2 comentarios:
Y la carne se hizo verbo: nada fácil describir una Eyácula.
Ardoroso -o férvido- el miembro nasculino que ilustra el poema. He leído que en Bután se pìntan penes en las fachadas de las casas para proteger a sus habitantes de los espíritus. Esta pintura parece uno de ellos?
Rivero: felices Eyáculas poéticas y a protegerse de los espiritus malos
Sí, En Butan se pintan las paredes de las casas para protegerse de los malos espíritus, y este es uno de ellos, efectivamente. Y como bien indica la etiqueta.
Nada fácil describir una eyácula. Lo poco que sé al respecto lo dice el poema: carne y verbo.
Yo me callo.
Buenas noches, Shandy.
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