viernes, 1 de marzo de 2013

Palabras y ayes

Dijeron en la noche menudencias de patio,
se oyeron clamores y ayes en la distancia que separa
los sueños de la sangre,
y los cuerpos se ajustaron a la esclava escarpia,
junto al viejo muro azul y gris, casi demolido.
Deshumanizadas gargantas sepias y negras gritaron
palabras obscuras que decían:
que nadie sepa el secreto que encierra
el misterioso enclave,
el trazo que desgarra el orbe,
que nadie sepa el oculto número
de la violácea herida que supura palabras blancas,
culebras y semillas,
placebos y estramoniun.

Al hacerse el silencio se escucharon de nuevo
menudencias de patio,
vecinos reían asomados a balcones y ventanas
y era muy tarde en las pisadas del inútil transeúnte.

Cielo de invierno,
en la noche los corazones laten
como un borrón blanco en el barro.

Se comenta que nadie puso interés
en ser cierto.

4 comentarios:

Datura dijo...

No sé de cuando data es poema, Sr. Rivero, si es reciente, si data de ahora o si lo ha hallado en su patio de vecinos antiguo. Y si data de ahora le diré que la datura (no confundir con dictadura, o catadura o caradura, vea que todo acaba en 'dura', no así la herbácea datura)bien le vendría en pequeñas dosis como excitante sexual. Ojo, no se pase a riesgo de palmarla. Al menos espere a leer esta noche poemas tan acentuados como éste, donde un corrillo nutrido de trabajadores acusados de agujetas de tanto usar la hoz y el martillo le aplaudirán.
Yo le aplaudo con ahíto de estramonio. De lo contrario, le hubiera dicho que leer su poema en ruso me hubiera dicho lo mismo.

Tomás Rivero dijo...

No cabe duda, despierto en ti un interés inusitado.
Sabes que la natura, el estramonio, es usado en farmacia para dilatar la pupila. Sígueme despierto. Con los ojos abiertos. Sin pasarse. La sobredosis de esta planta deja los cadáveres con los ojos como platos. Dicen los forenses que las victimas vieron tanta luz que no pudieron cerrarlos a tiempo. A tiempo de entrar en las sombras. Morir iluminado es una putada, justo cuando más sabías de la verdad de la luz. O la existencia de los ángeles. Y Dios tocaba el clavicordio pero no pudiste contarlo.
Vaya o valla, (salta, salta) mi gratitud por tus palabras. Por la molestia que te tomas. O Tomás. O su gemelo.
De seguir así de afanado, quien sabe si el odio se convierte en un gran afecto. Me han dicho que estás muy solo. Por mi parte un par de comentarios más y te declaro mi amor.

Isolda Wagner dijo...

Para mí el poema encierra dos tiempos y eso es muy difícil, amigo. Uno en las oscuras historias de la Iglesia y otro de un aniversario reciente de un asesinato. Los extremos se tocan.
Y tus versos, emocionan.
Muchos besos, Tomás.

Tomás Rivero dijo...

El murmullo que antecede a la noticia. El miedo acallando las bocas. Algunos comentarios que tan sólo destruyen. La falta de valentía.
Interesante lectura, Isolda.