martes, 24 de septiembre de 2013

Aquella pradera prometida

Lascivos caballos huyen de la primera cuadra,
del segundo pesebre vienen
con el hambre de un hombre sin quijada.
Recorren con su pie de atleta,
con su pezuña de roca,
los surcos o las semillas
que en azul discordia confunden
con su troje nutriente,
con las olas exaltadas
de un disconforme mar.
De la sal de un trigo líquido
se alimentan.

A media luz salieron a mansalva
treinta y tantos caballos de la noche
llevando herraduras de fuego entre las crines
maduras manzanas en los belfos,
un carro de fuego los presume,
una barca de viento los malsana,
ellos buscan las rutas marinas
en la hierba azul que los proteja:
aquella pradera prometida.


4 comentarios:

Shandy dijo...

Buenísimo poema.

En el deseo y la vorágine de la huida, "el hambre" y la "oscuridad" equivocan el camino a seguir de los caballos. Pero nunca abandonarán la búsqueda de las rutas que puedan conducirles al horizonte abierto de la tierra prometida.

Me gusta también la foto que ilustra el texto. Te dejo otra ilustración a este poema. La magnifica escena final de Los 400 golpes.

http://www.youtube.com/watch?v=HlMBw99IZno

Amando García Nuño dijo...

Ya no quedan praderas, ni prometidas ni por descubrir. Pero seguiremos trotando. Como si las hubiera.
Abrazos, siempre

Tomás Rivero dijo...

No es fácil arrancarte un "buenísimo", así que gracias por tu mirada que siempre ilustra tan bien mis textos. En esta ocasión con ese magnifico final de esa magnifica película de Truffaut.

La foto, una playa del sur en invierno: "..una barca de viento..
...las rutas marinas..la hierba azul..aquella pradera.."

Un beso, Shandy.

Tomás Rivero dijo...

Cuanto tiempo Amando...

Gracias por trotar sin praderas, sin cascos, por estos folios espinosos. Creo que algunas praderas empezarán a nacer si nosotros comenzamos a trotar.

Abrazos, siempre.