lunes, 6 de enero de 2014

Tótem blues

A Shandy, que eligió el título y el  poema. (Yo el blues)

Reside en la tribu la piedra enajenada,
fue creciendo sobre el tallo culto,
sobre el árbol de la ciencia
y el acervo de la estirpe,
a la vez que crecía el río,
médula espinal de la cabila.

Allí impone su triunfo el elefante,
destaca su altura gris entre el verde,
blande el mastodonte, sobre su cabeza, la trompa
defendiéndose de sordas incursiones
hechas por escuadras que fueron a cazarle,
guerreros aulladores contra el bramido,
voceadores de doce compases barruntados
en el temblor de la tierra,
bajo sus patas retumban los tantanes al galope
avisando que llega un blues a la hora de la muerte.

Sudorosos y hambrientos esclavos,
locos de nostalgia, bajo su canto negro
echaban al fuego restos de carne roja,
fueron entregando relatos y memoria,
parte de su gesta al polvo
y sus cuerpos sobre hierba pisoteada y seca
para que fueran pasto de la intemperie,
sufrieran el holgazán frío de las noches: el tótem.

5 comentarios:

Shandy dijo...

Muchas gracias por la dedicatoria y por subir al blog esta historia tan sugerente. En cuanto al título, no sólo me gusta para el poema.También me parece que encaja bien con el magnífico vídeo y blues que has escogido. El blues ejerce de Totem protector, de elemento de unión entre músicos de culturas bien diferentes. Y muestra que puede hacerse blues con cualquier instrumento y hasta con el objeto más cotidiano. Es extraordinaro comprobar como se puede crear un buen ritmo con un puchero de barro o una tabla de lavar!
Este trabajo de la discográfica Putumayo se merece un aplauso. Y tú un besazo por dejarlo aquí.

Tomás Rivero dijo...

De nada, Shandy. La responsabilidad literaria es tuya (qué querrá decir responsabilidad literaria) verso arriba verso abajo.
En cuanto al blues, lo que me parece extraordinario, no es sólo lo que tú comentas, es cómo los músicos con su lenguaje universal pueden ponerse de acuerdo para expresar sus experiencias musicales, sus sentimientos. Es un lenguaje del que tendríamos que aprender para evitar este otro lenguaje de egos tan instalado entre nosotros y que nos está convirtiendo en seres "raritos", por no decir cabrones.

Un besito que equilibre el besazo.

Bipolar dijo...

Hermosa música la elegida por Shandy, para acompañar un hermoso poema de Tomás.

Coño!, pues no me he emocionao.

Salud, para repartir.

Bipolar dijo...

Sigo un poco tontorrón, me corrijo, el poema es el elegido por Shandy, la música por Tomás, de cualquier forma en este caso, el orden de factores no altera el producto.

Últimamente cometo muchos errores, ¿serán los años?, no se si preocuparme.

Salud.

Tomás Rivero dijo...

Te conozco emocionado, y no veas cómo se te ponen los ojillos de húmedos y verdad. Como conozco tu verdad y no veas como se te ponen los ojos de chispas.

Es posible que sea la edad, pero no hay por qué preocuparse, es nuestra edad, nuestro tiempo, nuestra experiencia. O como dijo el poeta somos el tiempo que nos queda:

Ligeramente tumefacta
pero ofrecida con codicia,
llegó la boca hasta el lindero
de la precaria intimidad.
Iban reptando las parejas
que se apiñaban en lo oscuro:
no se miraban, se sumían
en un compendio de sudores,
se convertían en secuaces
de la penumbra suspensiva.
Como un furtivo postulado
brilló el mechero de los cómplices.

No te preocupes no me he ido,
¿cómo iba a irme sin saber?
Somos el tiempo que nos queda.

Y ya los cuerpos se anudaban
bajo la oscura marquesina,
sin decidir con qué argumentos
recobrarían su ansiedad.
Era una esquirla el clarinete,
un estertor de la armonía.

Toda la noche resonando
como una sábana en tus pechos,
toda la noche entre emboscadas
buscando llaves que no abrían.

Chorros de gritos tan vehementes
que entrechocan con los vasos
iban tiñendo de lujuria
los cortinajes y butacas.
Entre el estruendo de los rótulos
unas caderas rebullían
como impulsadas por la piel
incandescente del tambor.

Mira qué prendas, qué proclamas
de irremediable soledad.
Habla más alto, no se escucha
más que el furor de los licores.
Todo está lleno de luciérnagas
y de insufribles fumarolas,
todo parece confiscado
por los que nunca saben nada.

Pero la boca ya ofrecía
sus rezumantes terciopelos,
boca promiscua, saturada
de zumos ávidos y esguinces.
Está invadida de jadeos,
no se parece a las demás.
No se parece, no es mentira.

Pisando vidrios, esgrimiendo
restos de yerbas y de músicas,
llegaron nuevas avalanchas
de adormilados oficiantes.
Era la hora del suicidio
y algunos miembros de la secta
se desnudaron en la sala
con voluptuosa dejadez.

¿Cómo evitar el simulacro,
cómo vivir sin desvivirnos?
Surcan los días por tu vientre.
Somos el tiempo que nos queda.

-José Manuel Caballero Bonald-

Y por si lo quieres oír te dejo el enlace con la voz del poeta:

http://palabravirtual.com/index.php? ir=ver_voz1.php&wid=583&p=Jos%E9%20Manuel%20Caballero%20Bonald&t=Somos%20el%20tiempo%20que%20nos%20queda&o=Jos%E9%20Manuel%20Caballero%20Bonald

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