viernes, 18 de julio de 2014

Johnny Winter

Me quedo solo. Por ideología y por edad. Me duelen los cojones del alma. Me duele esta vida por que conocí cómo era la vida hace 50 años. Me cago en to. El tiempo que no existe nos mata. Aún me quedan unos cuantos polvos. Que se jodan los que me quieren lisiar la vida. Alguno habrá. Saco la cabeza bajo el carbón y resoplo. Estoy cabreado. Cabrones. Ha muerto Johnny Winter. Setenta tacos. Lo escuchaba en el 68 bajo el sol de aquel pedazo de Extremadura con cara de desierto y franquistas por todas partes. Lo escuchaba a pesar de los putos sabañones y un país con olor a pies que pensaba con los ídem. Estas músicas eran un soplo de libertad, casi salvaje.

Johnny Winter. Un caballero tejano, albino del blues blanco, para más redundancia, con voz dura de tejano curtido. Ya sé que a tipos como a este lo disfrutamos, antes y ahora, cuatro chalados, y parece que ya hemos disfrutado demasiado. Que les den. Y que el blues, hace 50 años, era una cosa de niños raritos como yo. Larga vida al blues. Y que no descanse en paz, que siga tocando los güevos al altísimo. Va.

3 comentarios:

María Socorro Luis dijo...

Larga vida al blues, Tomás, "soplo de libertad, casi salvaje"...

y abrazo

Tomás Rivero dijo...

Larga vida al blues. No sé si será casualidad, o no, pero hablando de larga vida, hace diez minutos estaba limpiando y reparando la funda de mi armónica, una "Hohner". Tiene ya más de 25 años: una larga vida.

Besos, Socos. Y viva el blues!!

Tomás Rivero dijo...

Ah!! La encontré, perdida entre bolsas de papel, un descuido. Mi armónica, la había perdido.

Otro beso, Soco.