miércoles, 27 de agosto de 2014

Torzal

Aquí hay un poema que echa pestes,
un poema que echa gases rojos
y azules
por la boca.
Es un dragón indultado
por el frío de la noche.
Abre tu mano y sujeta el mimbre
de mi cintura
contempla las veces
que el fuego se apaga,
contempla el trigo que nunca germina
y la hoz que lo madura.
Aquí hay un poema que echa
fuego por los versos,
indultados, sosegados,
y unas manos que aúnan gavillas
con los viejos torzales 
que nos ataban.

Mira la mano abierta del que te ofrece.

2 comentarios:

Shandy dijo...

No sé si el poema ha sosegado al dragón o si el dragón se ha sosegado convirtiendo su fuego en versos.
Parece el argumento de un cuento terrible con un final abierto a la belleza.

Bicos



Tomás Rivero dijo...

Tal vez de nuestros cuellos, en concha de plata, cuelgue ese final abierto a la belleza. De nuestros labios cuelga la palabra, el fuego del dragón que nos sosiega: el su miedo.

Besos, Shandy.