martes, 14 de junio de 2011

Republicano dolor



















El ácido azul de las antenas
o los arcos triviales
primorosos
de los patios traseros.
El sueño como un arco de plata
tensado por dioses perdidos
bajo selvas sumidas
en los hielos eternos,
o cuando el hombre
sabe que a sus espaldas
se fragua una rendición sin piedad
ni condiciones.
Otro horror blanco y burgués
acogiéndose a la belleza fría
de pérgolas y azuladas glicinias.
La persistencia de la obsesión
equiparable a ese inolvidable beso frío,
a la caída de la tarde
bajo el perfume que exhalan
los últimos cedros tristes.
Y nosotros presenciando la escena
con los párpados ciegos e inútiles,
bambalinas bellas
que nos protegían del miedo.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonitas ambas.

Tomás Rivero dijo...

Psssssssssssssssss. No está mal.

Carmen dijo...

pienso en voz alta...

si yo fuese alfiler (si hablo conmigo misma o con alguien que me entiende uso siempre la palabra alfiler y no pinza, es así como aprendí esa palabra)

bien...si yo fuese alfiler me gustaría vivir siempre en el tendedero, no al resguardo de un canasto, para poder sentir ese republicano dolor en cualquier patio trasero, para sentir los primeros y últimos rayos de sol, las gotas de lluvia, ver las nubes y oir a los perros que ladran a la noche, al miedo que no quieren tener

besos

Tomás Rivero dijo...

Carmen serías una pinza alcahueta. Te enterarías de todo. Todas las conversaciones. La vida de los patios traseros.
Siempre me gustó la parte de transgresión de la palabra alcahueta.
Un beso.