jueves, 26 de abril de 2012

Punto de fuga


Cuando fui pasto de las llamas no fui otra cosa,
ni reloj ni cuchara ni tiempo ni hambre,
fuego atizado por el viento.
Fui punto de fuga,
ese secreto que los pintores dejan en los cuadros
para escapar en caso de miedo,
esa necesidad que tienen los cobardes
a la hora de reconocer
que en cierta soledad,
a eso de las doce en adelante
se le aparecen voces
es decir versos con cadenas
que vadean vade retro las alcobas
embozados poemas de la noche
que van escribiendo con pinceles sordos
por paredes y techos el su miedo.

Cuando fui pasto de las llamas
veloz corrí por el bosque,
fui punto de fuga en la enramada,
no dejé atrás jirones
ni de mi tiempo ni de mi hambre.
Huí por aquella deserción o derrota
también llamada puerta,
otrora arcada
que me ofrecía el futuro,
jamás parecido al horizonte.

Tan solo grité en el último instante:
la boca la boca ignorante que yo beso,
las palabras que pronuncias
para que no sea un ciego de tus labios,
para que no esté sordo. Y te nombro.
Doy un nombre a las pronunciadas palabras.
Dichas así, con un asterisco que toma nota
de irrepetibles nombres
que me acompañan en la huida.

2 comentarios:

HOSTAL MI LOLI dijo...

Puntos de fuga que son bocas, besos y nombres, muchos nombres, cada nombre un punto de fuga, o tal vez, nombres fuego y viento, siempre escapando-te para no quemarse-te. Besos.

TOMÁS RIVERO dijo...

Así es, Loli. Para no quemarse. No es fácil escapar. En cada intento adelgazo.

Besos.