Ella comenzó a desnudarse.
La braga te la quito yo, dijo el hombre.
¿Y qué no me quitaste ya
si te doy la vida entera?
Y miró a los ojos del hombre
que allí de pie se mostraba
desamparado, inocente y solo,
despertando en ella, su apagada mirada,
una íntima e insondable tristeza.
Y generosa, volvió a darse
para que él, de nuevo le quitara.
6 comentarios:
Muy bello, muy tierno.
Te beso.
Nená
Palabras. A veces sobran. A veces faltan. La soledad de los hombres.
Y la de ellas. La generosidad de los silencios.
Gracias por besarme, Nená.
Lo leo y releo y me produce un sentimiento de soledad compartida, sin embargo, hermoso o nostálgco o qué se yo!
Besos, Tomás,
Es soledad compartida. Mas creo que la de él es mayor. Al menos mucho más triste.
Besos, Isolda.
Sentimental y doloroso
Un abrazo
Me parece doloroso, sí. Es doloroso que un hombre y una mujer se "deban" así.
Un abrazo.
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