lunes, 12 de noviembre de 2012

Cabinas telefónicas


En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de
     labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
     que con el escote ensangrentado se refugian
     allí para morir.
-Pere Gimferrer-


En las tiendas de mi barrio se esconden
mujeres asustadas.
Con un temblor triste
huyen de maridos celosos y violentos.
Compran leche, lejía, escobas,
pan y algunas libros
que luego leen a escondidas
aprendiendo a huir, a soñar que sueñan,
a no cejar en los intentos,
y por fin,
aprendiendo a volar, escapan
dejando un rastro de amores amargos,
superada por fin la baba del miedo.

Subiendo por centros gravitatorios
en islas remotas se refugian,
crean grupos fuertemente armados,
conociéndose o tocándose,
amando la huella virgen,
el punto cero de su carne.

En las calles de mi barrio
ya no quedan cabinas telefónicas
pero sí un eco de mujeres
llamándose en la noche.



6 comentarios:

Antonio Porpetta dijo...

Buen poema, lleno de fuerza, humanísimo. Felicidades!

algamarina dijo...

Un placer pasear por estas letras!

Saludos de agua desde mi playa...

Tomás Rivero dijo...

Gracias Antonio por tu comentario y tu felicitación. Es un placer para mí compartir contigo.

Un saludo.

Tomás Rivero dijo...

Bienvenida-o a los "Folios Grapados". Que tengas suerte en su recorrido. Un saludo.

Shandy dijo...

Hermoso poema.

Necesitamos ecos.

Te dejo este conmovedor artículo:

Malala para siempre

http://opinion.informador.com.mx/Columnas/author/rosamontero/

Tomás Rivero dijo...

Necesitamos ecos. Miradas. Ya sé que hay mujeres puteadas en todas partes y por todas las culturas. La de mi poema es una mujer occidental y urbanita.
Gracias por dejarme ese enlace con los artículos de Rosa Montero.
Teniendo en cuenta que no coincido en muchas de las posiciones socialdemócratas de Rosa Montero, es bueno su artículo. Claro que no podía ser malo usando tan buen material. En este caso a Malala. Debo decir que no me disgusta ese artículo, pero repito que a la hora de escribir sobre o contra los talibanes uno lo tiene fácil. Son unos cafres del siglo VII.

Besos.