martes, 5 de abril de 2011

Sospecha número nueve

Dices tierra y te llenas de aire desnudo solemne
casi ciego
en un hermoso laberinto de calles plazas y avenidas
nombrado por unos pocos metrópoli
donde se descubren a ciertas alturas
sonidos de agua música y luz
túneles de silencio y fuego.

Quién sabe medir las distancias con paciencia
soportar los diarios
comprender las noticias o las naciones
quién será descubierto cada hora
en su profundo miedo extranjero
colaborador terrorista sujeto dudoso o poeta
descarnado a cada instante para desear ser
esa aeronave que cruza veloz
poder volar lejos
aunque sea como arrugado papel en las aceras
llevadero por el viento a lugares inseguros
pulpa de celulosa empapada en tinta
garabateadas palabras borradas difuminadas
mojadas por la lluvia
palabras traídas por agua de cloaca
hasta estas playas pobladas de turísticas bellezas
residuos clónicos de nuestra ajada hermosura.

Quién sabe decir justo este día acabo y me renuevo
quién dice ya la palabra que a la lengua da el nombre
de aquel que fue escoltado hasta la puerta del fracaso
despedido y repudiado
quién sabe de tu carne pulsada
el nombre del lugar que te da placer
quién lo conoce también al acariciar el dolor tan bien
los sonidos tu voz tu ruido delator del goce
deleite difamador mientras se derrama el café
y un hombre lerdo venido paisano o forastero
puede ser mi traidor más cierto.

Y desde todas partes me anuncian llegadas de seres
triunfantes exitosos y felices.

3 comentarios:

Sofía Serra dijo...

Gracias, Tomás.

Tomás Rivero dijo...

No se merecen, Sofía.

Sofía Serra dijo...

Sí las mereces, por ser el autor de un hermoso poema, una completa obra de arte. Es lo único que nos enriquece, lo mejor que el otro da de sí mismo. por eso te las doy, Tomás.
Un beso