domingo, 23 de marzo de 2014

MISTERIO

No ha de tomarse esto como se toma un tren en marcha, dijo ella. Ten calma. Piensa. Bésame. Busca la luna que llevo dentro. Despacio. Pon tu mano aquí donde el lucero y los eucaliptos. Lento, lento, más lento que la brisa. Despacio amor, que yo te dejo. Yo me dejo tocar siempre por ti, pero si quieres penetrar en mis secretos, eso sí, debes tomarme como se toma un tren en marcha.

 

2 comentarios:

Inés González dijo...

Esa mina es muy difícil poeta! Combina el exterior con el interior, la calma y la prisa, lo sabido y lo secreto, y las flores silvestres y diminutas.
Qué bien tendrás que saber bailar para conquistarla!
Y buscarla, como a esos panales de miel dulce y agria que extrañas abejas esconden bajo las tierras de Papúa.
Precioso Misterio!

Tomás Rivero dijo...

Sí, esta mina es muy difícil. Pero bailamos para que el tren lleve el paso de dos maquinistas, con la suficiente calma y velocidad que no nos lleve al descarrilamiento entre lo sabido y lo secreto.

La flor silvestre es una violeta africana que las abejas de Papúa nunca podrán encontrar para libar en ella, el continente negro les viene tan grande -y tan lejos- como la palma de mi mano. Creo que les saco ventaja a las abejas: un panal de miel dulce y agria, hilo cada cada amanecer, cuando ella se estira entre las sábanas: tierra sementada con la paciencia obrera de una abeja.

Gracias por tu comentario, Inés. Me alegra enormemente que este poema te parezca un precioso misterio. A mí también.