miércoles, 7 de enero de 2015

Espalda

Se me llena de paciencia la espalda
y con un árbol de niebla en los brazos
acarreo sobre ella
grandes haces de penumbra.
Miro en las ramas más altas
pequeñas gotas sostenidas
de agua en equilibrio que caen
lentas y ya no son nada.
Antes de tocar el suelo
la beben los pájaros,
pero entre las hojas muertas
y la hierba triste
corre un hilo de fría agua
que me hace recordar
que es la mañana la que pone luz
a todas las miradas.
Si yo veo soy menos ciego,
pero con los ojos cerrados
me abraza un hombre muy fuerte
que con sus grandes manos
aligera mi espalda del peso
de esta larga sombra.

He arrojado un trozo de madera
a la corriente de un río.


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